La ignorancia es atrevida y cuando se habla sin saber, en el mejor de los casos uno no termina de entender la importancia de lo que se habla, pero en el caso que nos ocupa, que no es otro que la violencia de género, la ignorancia resulta ofensiva, manipuladora y cómplice de la violencia que sufrimos. Iniciamos pues nuestro curso rápido de feminismo para interfectos que esperamos arroje un poco de luz a quienes parecen querer exculparse eternamente tras una ignorancia cada vez menos justificable.
Primera lección: empecemos por explicar qué no es el feminismo y qué no es el 8 de marzo. El feminismo no es una ideología de supremacía de las mujeres, ni una celebración de exaltación de la feminidad. Por eso el color rosa no nos representa, porque es precisamente la construcción simbólica sobre el azul y el rosa, sobre lo permitido y lo no permitido para cada sexo, lo que construye y nutre la desigualdad que subyace bajo los roles de género. Lo rosa, lo delicado, lo indefenso se puede ningunear y uno puede contestar con sorna y desdén, con la palabra y con el gesto. Por favor, señoras, no se pongan así, que no es para tanto. Ahí la ignorancia resulta ofensiva.
Lección dos: "y ustedes, señores de Ganemos, no utilicen el tema para hacer política". Esta es una de las grandes falacias de la derecha. Por supuesto que el feminismo es política, política de izquierdas más concretamente, como todas las políticas que se ocupan de corregir desigualdades y redistribuir la riqueza. Es política exigir equiparar por ley los salarios de hombres y mujeres, es política proteger a las madres en los entornos laborales y es política considerar la violencia de género una cuestión de Estado. Por eso, la ley de igualdad y la ley integral de violencia de género se desarrollaron y aprobaron por iniciativa de gobiernos de izquierdas. Despolitizar la causa de las mujeres es tergiversar y manipular la verdad.
Tercera y última lección: no existe la violencia feminista. Decir una cosa así implica que hay dos bandos en esta guerra, que hay víctimas de los dos lados y resulta absolutamente abyecto que uno pueda decir esto impunemente en un municipio donde las mujeres sufren la mayor violencia institucional que nadie puede soportar. Las mujeres de Colmenar Viejo, con una impotencia infinita, acabamos de presenciar de forma más o menos cercana, el flagrante caso de una vecina a la que recientemente han retirado la custodia de sus hijas en base a una valoración psicológica financiada por el propio padre, que había sido absuelto previamente de una acusación de abuso sexual con un testimonio de su hija que no fue válido por errores del propio procedimiento judicial. Esto es terrorismo de Estado y mostrarse indiferente, imparcial y ajeno a este caso es inhumano, además de respaldar la impunidad con la que utilizan el sistema nuestros agresores. En este caso, la ignorancia es imperdonable políticamente. Sencillamente, no nos la podemos permitir. Nos va la vida en ello. La nuestra y la de nuestros hijos e hijas.
En este contexto, comprenderá que en el 8 de marzo no tengamos ganas de vestirnos de rosa y ponernos guapas. Entenderá que el 8 de marzo lo que tenemos ganas es de quemar contenedores y tirar cócteles molotov. Pero como somos un movimiento pacífico y no existe la violencia feminista, nos conformamos con protestar colgando el delantal, no yendo a trabajar, no yendo al instituto ni a la universidad, no cocinando, no poniendo lavadoras, no haciendo la compra, saliendo a tomar las calles y gritando juntas las tremendas injusticias que sufrimos. Pero cada vez somos más las personas que lo vemos claro, hombres y mujeres, cada vez somos más quienes exigimos a nuestros gobernantes un posicionamiento político respecto a la causa feminista. La ignorancia ya no es excusa. Póngase cada uno y cada una donde quiera estar ¿haciendo política a favor o en contra de las mujeres?
¡Feliz 8 de marzo, compañeros y compañeras, las calles son nuestras otra vez!
Grupo de mujeres de G Colmenar.